Una de las actividades que me apetecía hacer, con respecto a lo dado en el bloque II de la asignatura, era la de buscar un cuento original de algún autor que luego se haya llevado a la gran pantalla por la factoría Disney, y ver las diferencias, si es que las había, entre una versión y otra.
Aquí os dejo el cuento original de "La Sirenita" que escribió Hans Christian Andersen. Lo he encontrado en el enlace que os pongo a continuación donde, además de este cuento, vienen muchos más de él. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/la_sirenita.htm
Espero que os guste y disfrutéis leyéndolo.
En el fondo del
más azul de los océanos había un maravilloso palacio en el cual habitaba el Rey
del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en
esta espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus
hijas, cinco bellísimas sirenas.
La Sirenita, la
más joven, además de ser la más bella poseía una voz maravillosa; cuando
cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para
escucharla, las conchas se abrían, mostrando sus perlas, y las medusas al oírla
dejaban de flotar.
La pequeña
sirena casi siempre estaba cantando, y cada vez que lo hacía levantaba la vista
buscando la débil luz del sol, que a duras penas se filtraba a través de las
aguas profundas.
-¡Oh! ¡Cuánto me
gustaría salir a la superficie para ver por fin el cielo que todos dicen que es
tan bonito, y escuchar la voz de los hombres y oler el perfume de las flores!
-Todavía eres
demasiado joven -respondió la abuela-. Dentro de unos años, cuando tengas
quince, el rey te dará permiso para subir a la superficie, como a tus hermanas.
La Sirenita
soñaba con el mundo de los hombres, el cual conocía a través de los relatos de
sus hermanas, a quienes interrogaba durante horas para satisfacer su inagotable
curiosidad cada vez que volvían de la superficie. En este tiempo, mientras
esperaba salir a la superficie para conocer el universo ignorado, se ocupaba de
su maravilloso jardín adornado con flores marítimas. Los caballitos de mar le
hacían compañía y los delfines se le acercaban para jugar con ella; únicamente
las estrellas de mar, quisquillosas, no respondían a su llamada.
Por fin llegó el
cumpleaños tan esperado y, durante toda la noche precedente, no consiguió
dormir. A la mañana siguiente el padre la llamó y, al acariciarle sus largos y
rubios cabellos, vio esculpida en su hombro una hermosísima flor.
-¡Bien, ya
puedes salir a respirar el aire y ver el cielo! ¡Pero recuerda que el mundo de
arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo! Somos hijos del mar y no
tenemos alma como los hombres. Sé prudente y no te acerques a ellos. ¡Sólo te
traerían desgracias!
Apenas su padre
terminó de hablar, La Sirenita le di un beso y se dirigió hacia la superficie,
deslizándose ligera. Se sentía tan veloz que ni siquiera los peces conseguían
alcanzarla. De repente emergió del agua. ¡Qué fascinante! Veía por primera vez
el cielo azul y las primeras estrellas centelleantes al anochecer. El sol, que
ya se había puesto en el horizonte, había dejado sobre las olas un reflejo
dorado que se diluía lentamente. Las gaviotas revoloteaban por encima de La
Sirenita y dejaban oír sus alegres graznidos de bienvenida.
-¡Qué hermoso es
todo! -exclamó feliz, dando palmadas.
Foto de la portada del libro "Andersen´s Fairy Tales" |
Pero su asombro
y admiración aumentaron todavía: una nave se acercaba despacio al escollo donde
estaba La Sirenita. Los marinos echaron el ancla, y la nave, así amarrada, se
balanceó sobre la superficie del mar en calma. La Sirenita escuchaba sus voces
y comentarios. “¡Cómo me gustaría hablar con ellos!", pensó. Pero al
decirlo, miró su larga cola cimbreante, que tenía en lugar de piernas, y se
sintió acongojada: “¡Jamás seré como ellos!”
A bordo parecía
que todos estuviesen poseídos por una extraña animación y, al cabo de poco, la
noche se llenó de vítores: “¡Viva nuestro capitán! ¡Vivan sus veinte años!” La
pequeña sirena, atónita y extasiada, había descubierto mientras tanto al joven
al que iba dirigido todo aquel alborozo. Alto, moreno, de porte real, sonreía
feliz. La Sirenita no podía dejar de mirarlo y una extraña sensación de alegría
y sufrimiento al mismo tiempo, que nunca había sentido con anterioridad, le
oprimió el corazón.
La fiesta seguía
a bordo, pero el mar se encrespaba cada vez más. La Sirenita se dio cuenta en
seguida del peligro que corrían aquellos hombres: un viento helado y repentino
agitó las olas, el cielo entintado de negro se desgarró con relámpagos
amenazantes y una terrible borrasca sorprendió a la nave desprevenida.
-¡Cuidado! ¡El
mar...! -en vano la Sirenita gritó y gritó.
Pero sus gritos,
silenciados por el rumor del viento, no fueron oídos, y las olas, cada vez más
altas, sacudieron con fuerza la nave. Después, bajo los gritos desesperados de
los marineros, la arboladura y las velas se abatieron sobre cubierta, y con un
siniestro fragor el barco se hundió. La Sirenita, que momentos antes había
visto cómo el joven capitán caía al mar, se puso a nadar para socorrerlo. Lo
buscó inútilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Había casi
renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca
de una ola cercana y, de golpe, lo tuvo en sus brazos.
El joven estaba
inconsciente, mientras la Sirenita, nadando con todas sus fuerzas, lo sostenía
para rescatarlo de una muerte segura. Lo sostuvo hasta que la tempestad amainó.
Al alba, que despuntaba sobre un mar todavía lívido, la Sirenita se sintió
feliz al acercarse a tierra y poder depositar el cuerpo del joven sobre la
arena de la playa. Al no poder andar, permaneció mucho tiempo a su lado con la
cola lamiendo el agua, frotando las manos del joven y dándole calor con su
cuerpo.
Hasta que un
murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a buscar refugio en el mar.
-¡Corran!
¡Corran! -gritaba una dama de forma atolondrada- ¡Hay un hombre en la playa!
¡Está vivo! ¡Pobrecito...! ¡Ha sido la tormenta...! ¡Llevémoslo al castillo!
¡No! ¡No! Es mejor pedir ayuda...
La primera cosa
que vio el joven al recobrar el conocimiento, fue el hermoso semblante de la
más joven de las tres damas.
-¡Gracias por
haberme salvado! -le susurró a la bella desconocida.
La Sirenita,
desde el agua, vio que el hombre al que había salvado se dirigía hacia el
castillo, ignorante de que fuese ella, y no la otra, quien lo había salvado.
Pausadamente
nadó hacia el mar abierto; sabía que, en aquella playa, detrás de ella, había
dejado algo de lo que nunca hubiera querido separarse. ¡Oh! ¡Qué maravillosas
habían sido las horas transcurridas durante la tormenta teniendo al joven entre
sus brazos!
Cuando llegó a
la mansión paterna, la Sirenita empezó su relato, pero de pronto sintió un nudo
en la garganta y, echándose a llorar, se refugió en su habitación. Días y más
días permaneció encerrada sin querer ver a nadie, rehusando incluso hasta los
alimentos. Sabía que su amor por el joven capitán era un amor sin esperanza,
porque ella, la Sirenita, nunca podría casarse con un hombre.
Sólo la
Hechicera de los Abismos podía socorrerla. Pero, ¿a qué precio? A pesar de todo
decidió consultarla.
-¡...por
consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez! Y supongo que querrás dos
piernas. ¡De acuerdo! Pero deberás sufrir atrozmente y, cada vez que pongas los
pies en el suelo sentirás un terrible dolor.
-¡No me importa
-respondió la Sirenita con lágrimas en los ojos- a condición de que pueda
volver con él!
¡No he terminado
todavía! -dijo la vieja-. ¡Deberás darme tu hermosa voz y te quedarás muda para
siempre! Pero recuerda: si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo
desaparecerá en el agua como la espuma de una ola.
-¡Acepto! -dijo
por último la Sirenita y, sin dudar un instante, le pidió el frasco que
contenía la poción prodigiosa. Se dirigió a la playa y, en las proximidades de
su mansión, emergió a la superficie; se arrastró a duras penas por la orilla y
se bebió la pócima de la hechicera.
Inmediatamente,
un fuerte dolor le hizo perder el conocimiento y cuando volvió en sí, vio a su
lado, como entre brumas, aquel semblante tan querido sonriéndole. El príncipe
allí la encontró y, recordando que también él fue un náufrago, cubrió
tiernamente con su capa aquel cuerpo que el mar había traído.
-No temas -le
dijo de repente-. Estás a salvo. ¿De dónde vienes?
Pero la
Sirenita, a la que la bruja dejó muda, no pudo responderle.
-Te llevaré al
castillo y te curaré.
Durante los días
siguientes, para la Sirenita empezó una nueva vida: llevaba maravillosos
vestidos y acompañaba al príncipe en sus paseos. Una noche fue invitada al
baile que daba la corte, pero tal y como había predicho la bruja, cada paso,
cada movimiento de las piernas le producía atroces dolores como premio de poder
vivir junto a su amado. Aunque no pudiese responder con palabras a las
atenciones del príncipe, éste le tenía afecto y la colmaba de gentilezas. Sin
embargo, el joven tenía en su corazón a la desconocida dama que había visto
cuando fue rescatado después del naufragio.
Desde entonces
no la había visto más porque, después de ser salvado, la desconocida dama tuvo
que partir de inmediato a su país. Cuando estaba con la Sirenita, el príncipe
le profesaba a ésta un sincero afecto, pero no desaparecía la otra de su
pensamiento. Y la pequeña sirena, que se daba cuenta de que no era ella la
predilecta del joven, sufría aún más. Por las noches, la Sirenita dejaba a
escondidas el castillo para ir a llorar junto a la playa.
Pero el destino
le reservaba otra sorpresa. Un día, desde lo alto del torreón del castillo, fue
avistada una gran nave que se acercaba al puerto, y el príncipe decidió ir a
recibirla acompañado de la Sirenita.
La desconocida
que el príncipe llevaba en el corazón bajó del barco y, al verla, el joven
corrió feliz a su encuentro. La Sirenita, petrificada, sintió un agudo dolor en
el corazón. En aquel momento supo que perdería a su príncipe para siempre. La
desconocida dama fue pedida en matrimonio por el príncipe enamorado, y la dama
lo aceptó con agrado, puesto que ella también estaba enamorada. Al cabo de unos
días de celebrarse la boda, los esposos fueron invitados a hacer un viaje por
mar en la gran nave que estaba amarrada todavía en el puerto. La Sirenita
también subió a bordo con ellos, y el viaje dio comienzo.
Al caer la
noche, la Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado, subió
a cubierta. Recordando la profecía de la hechicera, estaba dispuesta a
sacrificar su vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuchó la
llamada de sus hermanas:
-¡Sirenita!
¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¡Mira! ¿Ves este puñal? Es un puñal
mágico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. ¡Tómalo y,
antes de que amanezca, mata al príncipe! Si lo haces, podrás volver a ser una
sirenita como antes y olvidarás todas tus penas.
Como en un
sueño, la Sirenita, sujetando el puñal, se dirigió hacia el camarote de los
esposos. Mas cuando vio el semblante del príncipe durmiendo, le dio un beso
furtivo y subió de nuevo a cubierta. Cuando ya amanecía, arrojó el arma al mar,
dirigió una última mirada al mundo que dejaba y se lanzó entre las olas,
dispuesta a desaparecer y volverse espuma.
Cuando el sol
despuntaba en el horizonte, lanzó un rayo amarillento sobre el mar y, la
Sirenita, desde las aguas heladas, se volvió para ver la luz por última vez.
Pero de improviso, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua
y la transportó hacia lo más alto del cielo. Las nubes se teñían de rosa y el mar
rugía con la primera brisa de la mañana, cuando la pequeña sirena oyó
cuchichear en medio de un sonido de campanillas:
-¡Sirenita!
¡Sirenita! ¡Ven con nosotras!
-¿Quiénes son?
-murmuró la muchacha, dándose cuenta de que había recobrado la voz-. ¿Dónde están?
-Estás con
nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento. No tenemos alma como los
hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad
hacia ellos.
La Sirenita,
conmovida, miró hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del
príncipe, y notó que los ojos se le llenaban de lágrimas, mientras las hadas le
susurraban:
-¡Fíjate! Las
flores de la tierra esperan que nuestras lágrimas se transformen en rocío de la
mañana. ¡Ven con nosotras! Volemos hacia los países cálidos, donde el aire mata
a los hombres, para llevar ahí un viento fresco. Por donde pasemos llevaremos
socorros y consuelos, y cuando hayamos hecho el bien durante trescientos años,
recibiremos un alma inmortal y podremos participar de la eterna felicidad de
los hombres -le decían.
-¡Tú has hecho
con tu corazón los mismos esfuerzos que nosotras, has sufrido y salido
victoriosa de tus pruebas y te has elevado hasta el mundo de los espíritus del
aire, donde no depende más que de ti conquistar un alma inmortal por tus buenas
acciones! -le dijeron.
Y la Sirenita,
levantando los brazos al cielo, lloró por primera vez.
Oyéronse de
nuevo en el buque los cantos de alegría: vio al Príncipe y a su linda esposa
mirar con melancolía la espuma juguetona de las olas. La Sirenita, en estado
invisible, abrazó a la esposa del Príncipe, envió una sonrisa al esposo, y en
seguida subió con las demás hijas del viento envuelta en una nube color de rosa
que se elevó hasta el cielo.
Hasta aquí el cuento de Andersen, ¿Qué os ha parecido?
Lo cierto es que no tiene grandes diferencias con la película que en el año 1989 se estrenó bajo el sello de Disney.
Fuente: Google |
Sabiendo ya como acaba el cuento de Andersen, podemos entender mejor que Disney cambiara algunas cosas de la historia, entre ellas ésta. Ya que los finales felices siempre gustan más y sobre todo si la película está destinada al público infantil.
En la película, Ariel termina con su amado príncipe Eric, a pesar de que Úrsula, la bruja del mar, decide convertirse en una hermosa muchacha llamada Vanessa para impedir que Eric bese a Ariel.
¿Qué más cosas cambian del cuento a la película?
Pues bien, con ayuda de la web http://www.disney.es/princesas/princesas/Ariel.jsp os contaré algunas de ellas.
Por ejemplo, en la película, Ariel cuenta con la ayuda de sus amigos el cangrejo Sebastián y el pez Flounder, mientras que el cuento de Andersen, no dice nada de esto.
Las condiciones que le pone la bruja del mar a cambio de concederla las dos piernas tampoco son iguales, mientras que en la película la bruja sólo se conforma con la voz de la Sirenita, en el cuento le pide la voz y además la dice que cada vez que ponga los pies en el suelo sentirá un dolor terrible.
Por otra parte en la película, para romper el hechizo y que Ariel pueda seguir siendo humana sólo necesita el beso del príncipe, mientras que en el cuento original necesita que éste se case con ella.
Otra de las cosas diferentes entre uno y otro género es el hecho de que, en la película de Disney, el príncipe cree que la chica que le salva cuando su barco se hunde es Vanessa simplemente por su voz (que en realidad es la de Ariel); mientras que en el cuento, el chico cree que su salvadora es otra persona distinta a la Sirenita porque lo primero que ve nada más despertar es la cara de la otra muchacha.
Por otra parte, en el cuento original la vos de las hermanas de la Sirenita, la dicen que ha de matar al príncipe con la ayuda de un puñal mágico, cosa que, evidentemente, en la película de Disney, no ocurre.
Para terminar me gustaría señalar que este trabajo me parece una actividad interesante para llevar al aula; que los alumnos conozcan las verdaderas historias de las películas que ellos conocen, y que aprecien las diferencias. Si bien es cierto que la parte de la investigación bien puede hacerse de forma que la lleven a cabo los alumnos, o de forma que la información a proporcione el profesor, dependiendo esto del curso en el que se esté y de los alumnos del aula.
Estoy de acuerdo contigo en qué es una actividad genial para hacer en el aula con los chicos, especialmente en lo que se refiere a la investigación que pueden realizar ellos ya que es una competencia que, a mi parecer, se desarrolla muy poco en Primaria, justo cuando su curiosidad les puede permitir alcanzar un nivel de investigación óptimo para futuros ciclos.
ResponderEliminarMe encanta que haya más gente que haya trabajado el tema Disney juntó con la literatura, es algo que me impresionó mucho cuando lo tratamos en clase. XD
Una entrada estupenda. Te la anoto.
ResponderEliminarLa pelicula es la mejor
ResponderEliminarLa pelicula es la mejor
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